Boca se metió entre los ocho mejores del Torneo Apertura, pero no logró calmar a su gente. En una noche gris en La Bombonera, el equipo empató sin goles ante Lanús, jugó mal, fue abucheado durante los 90 minutos y recién respiró con la tanda de penales, donde se impuso 4-2. La clasificación llegó, pero lejos estuvo de ser una fiesta.

Desde el arranque, el equipo mostró las mismas falencias que arrastra desde hace semanas: mucho traslado, poca profundidad y nula claridad en el último pase. Los hinchas lo notaron rápido. A los murmullos iniciales se sumaron silbidos cada vez que un ataque moría sin peligro. Y hubo cánticos explícitos dirigidos a los jugadores y a la conducción del club.

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Lanús, sin sobrarle demasiado, fue más claro en sus intentos. Eduardo Salvio generó la más clara del primer tiempo con un remate que pasó cerca, luego de una falta no cobrada de Marcos Rojo dentro del área. En el complemento, el Granate tuvo dos chances más, incluida una volea de Marcich que exigió a Marchesín, figura en la definición final.

En los penales, Boca fue más preciso: Rojo, Zeballos, Alarcón y Giménez convirtieron, mientras que el arquero contuvo el primer disparo de Canelo. La serie terminó 4-2 y desató un festejo tibio, con la gente aún masticando bronca.

Ahora el Xeneize espera rival entre Independiente e Independiente Rivadavia. Pero puertas adentro, el clima está lejos de ser de alivio: el equipo no convence y la hinchada, más allá de los penales, parece haber perdido la paciencia.